Ein Treffen in Berlin

Anna, profesora de arte de veintiocho años, espera nerviosa en un café berlinés. Su amiga Julia le ha organizado una cita a ciegas con Thomas, un chico de treinta años que trabaja en una librería y que también adora los libros y los gatos. Con su bufanda roja de la suerte puesta, Anna practica mentalmente qué va a decir.

Thomas llega y se choca directamente con una silla, lo que rompe el hielo de forma adorable. Piden café y comida a un camarero súper lento que parece moverse bajo el agua. Lo que empieza como una charla incómoda pronto se convierte en una conversación animada sobre sus gustos en común.

Resulta que sus gatos están igual de locos: Picasso, el gato de Anna, solo come comida cara y se dedica a traer bolígrafos azules (solo azules, ¿por qué será?), mientras que Hemingway, el gato de Thomas, duerme encima del teclado y manda emails raros cuando Thomas no mira. Las historias de gatos los hacen reír y conectan al instante.

Anna cuenta anécdotas divertidísimas sobre sus alumnos adolescentes que tienen teorías muy creativas sobre el arte, como que Mona Lisa sonríe porque se olvidó de hacer los deberes. Thomas confiesa que esa mañana casi se bebe la comida del gato porque puso café en el plato de Hemingway sin darse cuenta.

El tiempo vuela mientras charlan tomando cerveza de trigo Erdinger. Pasan dos horas y media que parecen minutos. Cuando llega la hora de irse, intercambian números súper contentos y quedan para el sábado siguiente en un mercadillo de libros cerca de Mauerpark, con Thomas bromeando que intentará no chocar con el Reloj Mundial en Alexanderplatz.

La historia termina con los dos mandando mensajes a Julia para darle las gracias por el exitazo. Aunque a sus gatos les importa un pimiento sus aventuras románticas, Anna y Thomas saben que han encontrado algo especial. Berlín se vuelve aún más bonito cuando conoces a alguien que hace que el tiempo desaparezca.Un incontro a Berlino